Testimonios

La Leche de Gael

Gael nació sano, fuerte, bello y feliz.
Pero la vida nos dio un fuerte revés, y falleció de manera repentina, con sólo dos años y medio.
Nuestra maravillosa lactancia prolongada, hasta su último día de vida, me hizo sentir, meses después, que necesitaba hacer algo con ese amor, que de algún modo me había sido arrebatado.
Fue entonces cuando tomé la mejor decisión que podía, con lo que tenía, en el momento tan difícil en el que estaba: recuperar esas gotas de vida y compartirlas con aquellos bebés que pudieran necesitarlas.
Inicié así un largo proceso de relactación, con numerosas extracciones, día y noche, derramando también muchas lágrimas, pero era lo único que me daba aliento para seguir respirando, acariciando mi ser.
Después, llegó la tan ansiada donación, exigente pero a la vez muy, pero que muy reconfortante. Nunca olvidaré a esos prematuros luchando con todas sus fuerzas por salir adelante.
Hoy por hoy, puedo decir, de corazón, que ésta gran experiencia de vida me ha ayudado enormemente a transitar tanto dolor. Ha sido sanador, la luz que ha iluminado mi camino entre tanta oscuridad. Porque la leche materna no es sólo alimento, es mucho más que eso, es amor concentrado, medicina para el alma.
Gracias a todos los que me habéis sostenido y acompañado.
A Olaya Rubio, que me tendió la mano y me enseñó a maternar en brazos vacíos.
A Nadia García, que me apoyó e hizo posible esta inusual pero bonita donación.
A Cristina, Pável y a todo el personal del Banco de Leche del 12 de Octubre, por tratarnos con tanto respeto y cariño.
A África Ndongo, que fue uno de mis grandes ejemplos a seguir.
A mi familia, por entenderlo y quererme tanto.
A mi compañero de viaje, Juan Fran, siempre a mi lado.
Y sobre todo, GRACIAS A MI HIJO, GAEL, por darme fuerzas para hacerlo.
Él nunca me suelta la mano.

María José,
mamá de Gael, donante de leche materna.
Acceso al testimonio

Durante aquellos 4 días, ¡decidí que si mi cuerpo me lo permitía, sería donante de leche seguro!

Mi hijo nació con 30 semanas. Los 4 primeros días fue alimentado con leche de banco mientras yo era capaz de conseguir tener mi propia leche. Fueron muy duros esos 4 días: dolor, angustia, incertidumbre de si tendría leche suficiente, masajes, frío, calor en el pecho… Decidí que si mi cuerpo me lo permitía sería donante de leche seguro. Alguna madre de forma desinteresada estaba ayudando a mi hijo sin conocerlo y yo deseaba hacer lo mismo por otras familias y criaturas.

Y así fue. Durante los 41 días que estuvimos ingresados en el Hospital Sant Joan de Déu, una parte de la leche que me extraía era para mi hijo que la tomaba por una sonda nasogástrica y el resto era para donar. Momentos duros, ya que cada 3 horas extraerte la leche y sacarse la leche sin que mi hijo fuera capaz de mamar de mi pecho era un poco frustrante.

Así seguimos hasta que él mismo tuvo fuerzas para mamar directamente. A partir de aquel momento, seguí extrayéndome leche que donaba, ya que mi hijo se alimentaba adecuadamente mamando de mi pecho.

Y no puedo acabar de otra manera que agradeciendo a todos los que hicieron posible que esto funcione y sobre todo a las madres que donaron su leche para mi hijo. Nunca se lo podré agradecer suficiente.

Layla Pajuelo,
donante de leche del Banco de Leche Materna de Cataluña (MAMA) (texto traducido).

Una historia de 500 grs «Blanco y en Botella»

No te conozco, no sé tu nombre, ni tu historia, no sé por qué lo hiciste, pero gracias. Gracias por regalarnos, sin esperar nada a cambio, la mejor medicina para nuestra hija. […] Ana pesó al nacer 500 gramos […]. Tan pequeña, tan frágil, tan inmadura […]

Ana empezó tomando por la sonda 0,5 ml de ‘tu leche materna’ cada hora. ¿Increíble, verdad? Parece mentira que tan poco les aporte tantos beneficios. Tendrías que verla ahora […].

Ana nos ha enseñado a vivir cada minuto con ilusión, a disfrutar de cada pequeño paso con esperanza […] a creer más en la bondad de la gente. Ha cambiado nuestras vidas y nuestra forma de ser.

¿Sabes lo que más nos gustaría? Que Ana te apretara el dedo índice y ese gesto bastara para que sintieras con total certeza que formas parte de nuestra vida.

Gracias por ser tan generosa y tan especial para Ana y para todas las Anas del mundo.